Del encuentro entre las gastronomías española, italiana y argentina, nace uno de los productos más representativos de la cocina argentina: las empanadas.
Su origen no data ni mucho menos del siglo XVI, se remonta muchos siglos atrás, cuando los árabes introdujeron la masa rellena en nuestro país, donde lo incorporamos y adaptamos a nuestro recetario y desde allí viajó a América, donde sufrió una nueva evolución. Para conocer un poco más sobre la historia de la empanada, hablamos con Marcelo Settimo, copropietario de las tiendas Tita de Buenos Aires donde las preparan a diario y las distribuyen a los siete locales con los que cuenta en la capital.
No es de extrañar que las empanadas argentinas sean uno de los productos que más rápidamente y con más éxito se han incorporado a los hábitos de consumo españoles. Apetecibles recetas de innumerables sabores, fáciles de comer y con ingredientes muy variados, las empanadas son no obstante un símbolo de la gastronomía argentina. Pero ¿cuál es su origen? ¿En qué se parecen y diferencian de las tradicionales empanadillas españolas o italianas? Para saber un poco más acerca de ellas, charlamos con Marcelo Settimo, copropietario de Tita de Buenos Aires, una de las insignias de referencia en cuanto a empanadas argentinas en España.
Aunque no está del todo claro, parece ser que el origen de las empanadas en Argentina data del siglo XVI, cuando los primeros españoles llevaron las primitivas empanadas que se preparaban en nuestro país, al otro lado del océano. “En un principio se trataba de la comida que los obreros y campesinos llevaban para tomar durante las largas jornadas de trabajo” – nos cuenta Marcelo. Se preparaban con los ingredientes que tenían más a mano: legumbres, carnes de cerdo, pollo y vacuno y verduras.
¿A la española o a la italiana?

“Con el paso del tiempo, se fueron adaptando a los gustos y las costumbres de cada zona y proliferaron los puestos de comida ambulante que las ofrecían” – asegura Marcelo. Además, con la llegada de los inmigrantes italianos, aparecieron los primeros panzerotti, unas empanadas, mucho más grandes que las españolas, preparadas con una masa similar a la de la pizza. Así, las empanadas argentinas fueron añadiendo elaboraciones e ingredientes de ambos países europeos hasta conformar el plato único y distintivo que conocemos en la actualidad.
Un dato curioso que destacan los historiadores es que existían, al margen de los ingredientes, dos maneras de servir las empanadas: al estilo español, conservadas y servidas a temperatura ambiente; y al modo italiano, calentadas ligeramente en el horno, que es la forma en la que actualmente se consumen para conseguir que todos los sabores se integren y destaquen.
Pero si hay una empanada que pueda considerarse como la empanada tradicional argentina, esa es la empanada criolla. Preparada como no, con carne, aceitunas, huevo cocido y cebolla, en cualquiera de los siete locales que Tita de Buenos Aires tiene en Madrid, las puedes encontrar y a buen seguro que además te recomiendan tomarla acompañada de otro infaltable de la gastronomía argentina: la salsa chimichurri.
¿Cuál es la gran diferencia con las empanadillas españolas? pues además de que las típicas empanadillas españolas se preparan a base de tomate, atún, cebolla, nuestra masa es más fina y se prepara frita. Y por último, algo que los argentinos tienen muy en cuenta: el repulgue, que no es más que la forma de cerrar la empanada. En España suele sellarse con un tenedor, en Argentina a mano y cada cocinero tiene su propio modo particular de cerrar la masa, métodos que son objeto de intensos debates entre los entendidos y que llegan incluso al extremo de pontificar sobre el número de vueltas necesarias para sellar la empanada.